Cazador alto y tan bello
como en una tierra no hay dos,
se fue de caza una tarde
por los campos del Señor.
Seguro llevaba el paso,
listo el plomo,
el corazón repicando,
la cabeza erguida y dulce la voz.
Bajo el oro de la tarde,
tanto el cazador cazó,
que finas lágrimas rojas
se puso a llorar el sol…
Cuando volvía cantando
suavemente a media voz,
desde un árbol enroscada,
una serpiente lo vio.
Iba a vengar a las aves;
más, tremendo, el cazador
la cabeza le cortó.
Pero aguardándolo estaba
a muy pocos pasos yo…
Lo até con mi cabellera
y dominé su furor.
Ya maniatado le dije:
-Pájaros matasteis vos,
yo voy a tomar venganza
ahora que mío sois…
Más no lo maté con armas,
le di una muerte peor:
¡lo besé tan dulcemente
que le partí el corazón!
Cazador, si vas de caza
por los montes del Señor,
teme que a pájaros venguen
hondas heridas de amor.
Alfonsina Storni
Seleccionado por Priscila Almirón
ES.47 - 4ºB - 2016
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