Había una vez una niña llamada Ana que tenía una rara enfermedad, que no le permitía salir al exterior ni a ningún lugar como los demás niños. Los médicos todavía no le encontraban una cura, pero sus padres hacían lo posible para que la niña se sintiera cómoda.
Un día que los padres de Ana no estaban ella quiso salir a jugar al aire libre, aunque tuviera bien en claro que no podía hacerlo. Al principio todo iba muy bien, nada parecía hacerle daño, pero al cabo de unos minutos Ana empezó a brotarse, y sin darse cuenta siguió afuera. Luego comenzó a sentirse mal, le faltaba el aire, y en ese momento Ana se desmayó. Llegaron sus padres y la encontraron todavía desvanecida en el suelo. Esperaron a que despierte, y cuando lo hizo ya no estaba brotada, pero sus padres la castigaron porque había roto las reglas de no salir. Aunque ella nunca se arrepintió de haber salido, porque esos pocos minutos afuera jugando y siendo normal la hicieron feliz.
Milagros Amuchastegui
ES.47 - 4°B - 2019
No hay comentarios.:
Publicar un comentario