Cuenta la historia de un chico llamado Lisandro, de 20 años, desde muy chico sueña ser boxeador, va a un gimnasio cerca de su casa, entrena todos los días para poder cumplir su sueño.
Una vez salió a correr junto a su entrenador, entre charla y charla chocan con un boxeador profesional conocido, con muchas peleas ganadas. Lisandro le sacó un diálogo. Quedaron reunirse al día siguiente después del entrenamiento.
Lisandro fue al lugar donde quedaron, hablaron de todo un poco. El boxeador le contó que lo había visto entrenar y que dentro de poco tendría una pelea en Ecuador, y le propuso ir con él. Ni lo pensó, dijo que sí, lo que más quería era cumplir su sueño.
Un sábado de esos, que entrenó hasta tarde, cuando salió ve que van dos sujetos grandes corriendo hacia el estacionamiento, para sacarse las dudas va para donde ellos iban, resultó que estaba el boxeador peleando, pero al estar muy débil podía seguir, Lisandro se metió para defenderlo, de un solo golpe cayó el grandote. Un chico filmaba todo lo que sucedía, lo subió a las redes y se viralizó. Lisandro nunca supo nada de ese video, hasta que un día fueron al gimnasio, lo llaman y era un señor. Le propuso pelear para él y que no fuera a Ecuador. Lisandro no aceptó, ese mismo día el representante del boxeador le avisa que salen esa misma semana. El día que fue al aeropuerto volvió a aparecer el hombre del gimnasio, ese al que Lisandro le dijo que no, pero esta vez amenaza.
Una vez en Ecuador ayudó a entrenar al boxeador, faltaban tan sólo tres días para la gran pelea con uno de los mejores del mundo. Era un combate de cinco duelos, el primero lo ganó, el segundo quedó en tablas, la tercera volvió a ganar, era entonces que faltando dos peleas con un empate ganaba. Fue en uno de esos entrenamientos cuando el chico que ayudaba al boxeador con las trabas le quebró la pierna. Todo parecía estar arreglado para que no pudiera campeonar. Pero el negocio seguía y alguien debía pelear el combate, no quedaba otra que Lisandro. El cuarto combate lo perdió por knock out, costó recuperarse para volver al entrenamiento antes del duelo final, Fraga era el mejor de todos, y no quedaba mucho tiempo. Fraga le pegaba a la mujer, lo había visto, le causaba repugnancia ese tipo, siempre provocaba, y aunque el juez no había iniciado el combate, lo corrieron a un lado y empezaron a pelear, para el público y los organizadores contaba la pelea. Esa noche Lisandro cumplió su sueño.
Lucila Hermosilla
ES 47 - 4º B - 2018
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